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viernes, 18 de octubre de 2013

Fotografía Post Mortem en México

La fotografía post mortem actualmente resultaría de mal gusto y una falta de respeto tanto a los deudos como al difunto; pero en sus orígenes, en el siglo XIX, era la necesidad de preservar un recuerdo invaluable del ser querido, porque en aquellos entonces, la gente no andaba por ahí tomándose fotos en todo momento.

La fotografía era un lujo que sólo se podían dar los ricos. Ellos tenían la oportunidad de que los retrataran en vida; pero este no es el caso de los pobres, que sólo podían hacer el gasto cuando su ser querido moría.


En México era más usual retratar a los niños muertos, por la creencia que se tenia de que al morir a temprana edad, libres de pecado, se convertían en angelitos. Podemos admirar este tipo de fotografías gracias al trabajo de Romualdo García Torres.


Él nació en Silao, Guanajuato, en febrero de 1853 y abrió su estudio fotográfico en 1887. Logró conseguir placas secas y preparadas, traídas de Europa, con esto hizo más fácil el proceso fotográfico y redujo los costos. De este modo inició en México la fotografía instantánea.


Actualmente podemos encontrar el acervo de Romualdo en el Museo de la Alhóndiga de Granaditas, en Guanajuato.


En Ameca, Jalisco, se encontraba el fotógrafo Juan de Dios Machain, de quien se puede encontrar poco de su historia; pero queda algo de sus fotografías post mortem.





Retratar a un muerto no es tan sencillo como parece. Hacer que parezca vivo, casi imposible, por más que se retoque la imagen, en los ojos se nota la ausencia del alma. En Europa era más usual que hicieran estos engaños, al tratar de hacer pasar por vivo al muerto, colocándole en estructuras metálicas o de madera para mantenerlo de pie, hacerlo pasar por dormido, o en un retrato familiar. Era negar lo evidente. En México la forma de ver la muerte no resulta tan aterradora, no se niega, y en algunos casos se festeja. En México se retrata al cadáver en un altar lleno de flores, o en su cajón acompañado de sus familiares, el niño muerto en brazos de sus tristes padres; la muerte cruda tal cual, queda estampada en el único recuerdo de quien alguna vez existió.


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